La cestería es una de las actividades más antiguas de hombres y mujeres, precediendo incluso a la alfarería y textilería. Es la más sencilla de las expresiones artesanales debido a que la materia prima que utiliza es susceptible de ser obtenida y tejida fácilmente. Las hojas de palma, el mimbre, el junquillo, la totora y otras fibras se encuentran en la naturaleza y sin necesidad de grandes transformaciones, pueden convertirse, gracias a la destreza manual del artesano, en útiles canastos o hermosos cestos.
La cestería indígena es una Artesanía practicada por hombres y mujeres y se caracteriza por la variedad de fibras utilizadas, por su entramado diverso y por las ricas texturas, con tonos de color corrrespondientes a la diversidad climática y vegetal. Para la recolección de frutos, la cestería tuvo una gran importancia.
Canastos tejidos en totora
Los indígenas diferenciaban más de 700 nombres de distintas especies y plantas, asignándoles a todas un uso.
Aunque la humedad en el sur ha impedido que se conserven objetos antiguos hechos con fibras vegetales, los relatos y grabados de cronistas y viajeros demuestran que las técnicas prácticamente no han cambiado.
El coirón, la ñocha, el chupón, la quila, y los distintos tipos de boqui, enredadera que trepa por los árboles, son algunas de las fibras que hasta hoy se emplean.
La cestería, en la medida que se adelantó a la alfarería y textilería, sirvió también para resolver las necesidades de vestuario y cocina.
Los vestigios de la cestería son escasos debido a que la materia prima utilizada es biodegradable y con el paso del tiempo termina por descomponerse y desaparecer. Sin embargo el clima del norte entregó condiciones inmejorables para su conservación en esa región.
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